Por Katia del Rivero

¿Que es un propósito?¿Cómo se construye? ¿Es el mismo en todos los casos? Una vez acordado, ¿se queda fijo?
La palabra propósito tiene su origen en el latín. Se conforma del prefijo “pro” que significa “hacia adelante” y “posium” que es el participio de “ponere” que significa “poner”.
Es decir, el propósito significa “poner hacia adelante”, en palabras de la Teoría Blumensten® quiere decir contribuir para al futuro.
¿Es ese futuro algo establecido?, ¿fijo? Pienso que no lo es porque, como todo futuro, es algo incierto. Es algo que aún no se materializa y solo se encuentra en nuestras construcciones de realidad.
De construcción de realidad a realidad tangible
¿Cómo logramos que esa construcción de realidad se vuelva tangible? Necesitamos construirla con el otro.
El propósito es algo vivo, cambiante, vigente en tanto nuestras contribuciones lo cocreen.
Veamos un ejemplo…
Juan conoce a María y le gusta, así que quiere establecer una relación con ella.
Juan le compra flores a María, esperando que a María le gusten y las signifique como una invitación a construir. María recibe las flores y su respuesta es la no respuesta.
Por mucho que Juan quiera hacer de su propósito un propósito compartido con María, no podrá hacerlo a menos que María esté dispuesta a construirlo, a cocrearlo con él.
Juan, escuchó alguna vez a Michael Blumenstein, así que se acerca con María y explora de nuevo, cambiando su contribución.
María me gustaría que nos conociéramos, ¿habría algo que pueda hacer que te invite a construir conmigo este proceso?
María dice sí, por favor, no me mandes flores, no me gustan, mejor invítame un café.
Han dado un paso y darán otros, mientras así lo elijan, irán ajustando sus contribuciones y a través de ellas construyendo, momento a momento, un propósito que emerge del propósito individual de cada uno expresado en contribuciones que invitan al otro a construir un propósito compartido.
Juan y María se casaron, tuvieron hijos, teniendo un nuevo sistema social en el cual contribuyen.
Juan y María mezclaron sistemas, confundieron propósitos. Hicieron de la razón de estar juntos la educación de sus hijos. Contribuyeron al sistema familia y cocrearon un espacio para el desarrollo de sus hijos. Dejaron de contribuir al sistema de pareja y a construir juntos un propósito compartido.
Un buen día, cuando los hijos entraron en la adolescencia, se dieron cuenta que sus propósitos individuales estaban muy lejos el uno del otro, y que hacía tanto tiempo que no conversaban de ellos y ajustaban sus contribuciones que parecía un camino casi imposible construir juntos de nuevo.
Y entonces se volvieron a hacer la pregunta del inicio. ¿Queremos conocernos nuevamente, construir juntos? y ¿qué tipo de contribuciones necesitamos empezar a gestar para cocrear un propósito compartido nuevamente?
Tu propósito y cómo sumar a otros
Entiendo que la mirada de un propósito místico/mágico que se crea por desearlo es muy atractiva, solo que en mi experiencia poco realista.
Construir propósitos compartidos implica contribuir, ajustar la contribución, contribuir de nuevo, ajustar la contribución, de forma tal que paso a paso vayamos “poniendo para adelante” hasta hacer realidad el futuro que queremos lograr.
La Teoría Blumenstein® nos ofrece formas para aprender a conversar, a revisar nuestras contribuciones, a identificar nuestros propósitos individuales y a cocrear juntos propósitos para los distintos sistemas sociales en que participamos.
¿Sabes cuál es tu propósito? ¿Tienes claro si tu contribución invita al otro a contribuir para que sea un propósito compartido?
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