Por Amanda Gasca

Hace algunos años conocí a un hombre en la compañía para la que trabajaba. Él era extraño a mis ojos, llegó de manera inesperada y de una manera aún más inesperada se quedó con nosotros. Cinco años después se fue y también lo hizo inesperadamente… siempre pensé que a Michael Blumenstein le encantaba sorprender al mundo.
Hoy realmente pienso que vino hasta nosotros para enseñarnos a sembrar la idea de que podemos mejorar, que podemos sobrevivir y aún mejor que eso, podemos pasar nuestras horas en este mundo caótico teniendo una buena vida.
Recuerdo bien nuestros primeros encuentros en el aula…. Imagino que podía ver mi cara de desconcierto, de no entender por completo lo que decía.
Al final de las clases, en muchas ocasiones nos quedamos solos en el salón, él siempre con su taza de té verde en mano, mientras yo le hacía una serie de preguntas tratando de entender. A veces, él me explicaba y en otros momentos solo lanzaba preguntas esperando pudiera darme sola esa respuesta. Y cómo no hacerlo si él era un experto en preguntar: ¿cómo interactúo en mi sistema social?, ¿qué necesito para tener una buena vida?… Yo pensaba ¿QUIÉN CARAJOS PUEDE RESPONDER A ESO?
Con el pasar de los días tenía más preguntas que respuestas, pero al mismo tiempo había una frase que cobraba sentido…. “Tomar la responsabilidad de lo que hago con mi vida”. Eso sí que es una labor titánica y decidí que a partir de entonces haría mi mejor esfuerzo por hacerlo.
Hubo días muy fáciles de llevar, pero algunos otros eran una locura para mí … cada vez que algo me frustraba me enojaba. Cuando discutía con alguien y la respuesta no era como yo esperaba, tenía que recordar que es una labor difícil …. ¿por qué si algo no sale como espero, no tendré a nadie más a quien culpar? ¿por qué si mi vida no es lo que espero, tendré que tomar la responsabilidad de mis decisiones?
Y para eso NADIE te prepara, es sin duda lo mas difícil que he hecho en la vida, pero cinco años después, puedo decirles que es una belleza hacerlo.
Ser perfectamente consciente de que estás parado bajo la lluvia porque decidiste dejar el paraguas en casa, saber que abandonaste el camino porque, al final, tu más profundo deseo está al final del sendero lodoso.
Hoy todavía no sé qué necesito para tener una buena vida, pero sí sé lo que NO necesito.
Para mi generación ha sido muy difícil comprender que el mundo no nos debe nada, puedo mirar lo arrogantes que somos. Creo que tenemos el corazón puesto en un mundo mejor, pero pocos conocemos de esta magnifica teoría que nos habla del rol que tenemos en los diferentes sistemas sociales en los que vivimos, de cómo podemos construir con el otro, dejar de mirar todo lo que nos ha pasado y las penas que hemos sufrido para mirar al futuro ¿de qué manera contribuyo a que pasen estas cosas a mi alrededor?
Por alguna razón, que aún desconozco, muchos amigos me han dado el lugar de “Doctora Corazón” — lo cual me enorgullece — , pero me siento aún mejor de poder compartirles un poco de esto que Michael me enseñó. Así que lanzo estas preguntas esperando puedan encontrar solos sus respuestas, con la idea de compartir a mi generación esta mirada y empezar a contribuir construyendo desde una mirada compartida y no desde el enojo, la soberbia y el YO antes que los demás.
No puedo mirar la meta aún, no sé que pasara conmigo, pero estoy segura de que todo lo que camine y los caminos que elija serán en busca de responder LA GRAN PREGUNTA, porque yo sí quiero vivir una buena vida.
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