
¡Eres un verdadero pendejo!
Esta semana he escuchado esta frase en muy diversos sistemas sociales. En el ámbito de una charla de café, dicho en tono “afectuoso” refiriéndose a un amigo de ambas partes, hablando de las decisiones que ha tomado en su vida personal.
En el ámbito de la política, cuando entre partidarios de diferentes candidatos se refieren al candidato del otro (o al interlocutor) ante los argumentos y perspectivas que ofrecen.
La he escuchado entre jefes, colaboradores y pares, obviamente hablando del “otro”. En algunos casos la he escuchado de mujeres refiriéndose a sus esposos, ex-esposos o padres de sus hijos. Curiosamente no la he escuchado de hombres hablando de sus ex-esposas, pero sí de hombres refiriéndose a mujeres manejando.
Muchos empresarios la utilizan para referirse a sus hijos cuando estos toman las riendas del negocio en segunda y tercera generación.
No creo que exista un solo mexicano que no haya dicho esta frase al menos una vez en su vida. O cuándo menos la haya pensado, o porqué no, la haya recibido.
Los que la hemos expresado alguna vez pensamos que estamos hablando del otro, de sus comportamientos de sus pensamientos. ¿Es así?
Cada vez que “pendejeo” a alguien, ¡hablo de mí, no del otro!
Si bien todos tenemos la idea de cuándo utilizamos la frase o frases similares estamos hablando del otro, nos sorprendería saber que no es así. En realidad, estamos hablando de nosotros mismos.
Lo que expresamos con esta frase es que consideramos que el otro está haciendo algo equivocado, está haciendo algo erróneo, algo que debe hacerse de forma diferente.
Y es tan obvia la manera correcta que no hay forma de que tenga este comportamiento tan alejando de cómo SI se debe hacer a menos que por supuesto sea un verdadero pendejo, es decir, tonto, inexperto.
¿Cómo llego a esa conclusión, yo que expreso la frase? Pues porque ante el escenario y condiciones que observo yo hubiera hecho, actuado, pensado, decidido algo diferente. Incluso opuesto. Y no se me ocurre cuestionar “mi comportamiento” porque es el mío.
Y cómo yo soy una persona con cierta capacidad de análisis, lógica o no, pero al menos en “ese tema” en particular “sé cómo se hace”, me siento con el derecho de expresar la “pendejez” del otro.
Y en este escenario se nos olvida con muchísima facilidad que nuestra lógica de pensamiento ante la situación, “no es la única”, “no es la correcta”, “no es la más chingona”, “no es la verdadera”… es sólo “la nuestra”.
Y se ha formado con base en nuestra experiencia, nuestros conocimientos, nuestras interacciones sociales, nuestra educación.
Muchos de estos factores los ponderamos socialmente y “asumimos” por ejemplo que alguien que tiene educación universitaria tiene más capacidad de toma de decisiones. O su lógica de pensamiento es “más lógica”. La realidad es que no es así. Sólo significa que está “más normalizado a la forma de reaccionar de cierto grupo social, ante cierto contexto, bajo ciertas condiciones”, es decir, estadística y tendencia, no verdades absolutas ni realidades incuestionables.
¿Qué podemos hacer entonces?
La forma de encontrar una respuesta para esta pregunta, desde la perspectiva de la Teoría Blumenstein, es muy sencilla y se encuentra en la respuesta a una pregunta que te ofrecemos en diferentes posibilidades: ¿Qué quieres lograr? ¿Cuál es tu propósito? ¿Qué quieres construir?
Si lo que quieres es expresar tu descontento ante el comportamiento del otro y quieres devaluarlo, porque en el fondo te sientes devaluado tú mismo… pues claramente una opción muy útil es decirle: “Qué pendejo eres”.
Es sólo que, si trabajan juntos, viven juntos, educan juntos, esta contribución va a invitar a una relación que lo más probable es que sea poco enriquecedora para ninguna de las partes. Así que puedes tomar algunas posibilidades diferentes:
1. Explorar cuál fue su lógica de pensamiento antes de evaluarla. Te puedo asegurar que el 100% de las personas tuvo una lógica acorde a su mundo que es bien válida.
2. Puedes invitar a poner el foco en acordar primero el propósito. Muchas veces discutimos y cuestionamos porque pensamos que es claro lo que queremos y queremos cosas bien distintas y no compartidas.
3. Y finalmente, la opción infalible, al menos desde mi perspectiva, preguntarte ¿Qué te pasa a ti con eso que necesitas devaluar a alguien? Quizá estás preocupado, quizá quieres cuidar el resultado, quizá, quizá. Y usualmente es más útil decirle a tu colaborador “me preocupa el resultado” a “eres un verdadero pendejo”.
Aprender a construir juntos, esto es lo que hacemos en Visión Sistémica con la Teoría Blumenstein® como base. ¿A ti te interesa aprender con nosotros?
No comment yet, add your voice below!