Por Katia Del Rivero

Una mañana, tres equipos de trabajo
Este lunes dos de julio llegaba a las oficinas de Reforma en la Ciudad de México dónde tendría varias sesiones de diálogo.
Una de las premisas básicas del proceso de diálogo desde la Teoría Blumenstein® es que todas las contribuciones por opuestas, irreconciliables y aparentemente polarizadas y paradójicas que puedan resultar, son bienvenidas.
Así que, en la mañana siguiente a las elecciones, ¿qué mejor ejemplo podría yo ofrecer que el mismísimo resultado electoral para ejemplificar esto? De tal forma que ponía ejemplos en el sentido de que alguien pudiera aportar premisas como “estoy feliz, me siento contento” o “estoy realmente preocupado, triste, agobiado” y que ambas eran igual de valiosas y bienvenidas en el diálogo.
En el primer equipo había una sensación de incertidumbre, de preocupación ante el resultado de las elecciones del día anterior. Yo me sentí identificada, así me sentía también.
En el segundo equipo la condición fue similar, así que los comentarios en el marco de “Yo estoy angustiado” y “Estoy preocupado” eran recibidos con cierta sensación de identificación. Los de “Esto es lo mejor que nos pudo haber pasado” eran tomadas más bien como claro ejemplo de cuánto se podría diferir, y, no parecían sentirse identificados.
En el tercer grupo arribé tarde a la sesión y José Luis, el querido colega con quien estoy llevando a cabo este proyecto, eligió iniciar con la ronda de bienvenida. Cuando me incorporé inicié con la misma referencia, así que mi primera frase, en el marco de la introducción, fue: “Ustedes pueden decir que es una desgracia esto que ha sucedido”. En ese momento José Luis tuvo una reacción de sorpresa y me pareció a mí, como de incomodidad, y dijo: “¡Cuidado, que aquí todos están a favor de AMLO”!
Me pilló un poco por sorpresa la contribución, no sé aún, si por su propia sorpresa o porque no había pensado en encontrar un grupo diferente a los dos anteriores. El tema es qué después de dos o tres segundos de reacomodo interno, respondí: “¡Qué bien, eso significa que podremos explorar ideas y perspectivas que hasta ahora no hemos visto!”.
El grupo sonrió, a ser honesta, no sé si educada o sinceramente. Yo tenía la sensación de que el aire podría cortarse con tijeras. En esta condición el diálogo inició.
Ronda a ronda fuimos profundizando, explorando nuevas dimensiones, descubriendo perspectivas no habladas, sintiendo la libertad de expresar aquello que antes no podíamos, compartiendo necesidades, construyendo a partir de las ideas y propuestas distintas de los otros, encontrando similitudes y sobre todas las cosas descubriendo que cada uno, tal cual es, tal cual piensa, tal cual experimenta el mundo, tal cual siente y necesita, tiene un espacio de contribución y es bienvenido.
El diálogo terminó, las propuestas emergieron, los acuerdos se documentaron y cuando entramos en la ronda de cierre se percibía un ambiente completamente distinto. Casi podría decir que se respiraba paz.
Entramos en la ronda de cierre y un chico maravilloso de nombre Rafael, quién cerró la ronda y la sesión dijo: “Deseo que esto extraordinario que hemos co-creado en este microcosmos seamos capaces de co-crearlo en el macrocosmos llamado México”.
Casi podría decir que una lágrima de emoción rodó por mi mejilla.
¿Un México de paz?
Después de una semana de observar cómo seguimos en el clima de insultos, descalificaciones y devaluaciones de los unos a los otros, creo que es tiempo de que comencemos a co-construir juntos el México que sí queremos y que recordemos que todos, todos, absolutamente todos somos bienvenidos, los que estamos a favor de AMLO, los que estamos en contra, los que consideramos que hay una nueva oportunidad, los que pensamos que todo será igual que el viejo PRI, los que pensamos que las cosas irán incluso peor, los que no encajan en ninguno de los grupos anteriores.
Porque no importa lo que pienses hoy, el futuro NO está escrito. El futuro será lo que co-construyamos juntos. ¿Y cómo construir juntos en este clima de descalificación mutua?
Si votaste por AMLO y estás contento, qué bueno, eso no quiere decir que quien no lo haya hecho no es parte de este país y requiere algo que le genere confianza, que lo invite a construir. ¿Qué puedes hacer para ello?
Como Mandela dijera “No es tiempo de celebrar una venganza, es tiempo de construir nuestra nación”.
Votaste en contra de AMLO y estás preocupado, enojado, de que haya ganado. Quizá sea tiempo de que reconozcas cuánto hizo tu propio partido y candidato para llegar a este lugar. Mientras no se asuma la responsabilidad de lo ocurrido no habrá forma de construir. Y la mejor forma de asumir esta responsabilidad es aceptando lo que hay y transformando ese enojo en acciones de construcción. Por favor, no devalúes a quiénes si votaron por él. Todos pertenecemos al mismo país.
Finalmente, dejemos de vernos los unos a los otros y los otros a los unos, miremos hacia el propósito que, independientemente de nuestras diferencias de pensamiento, visión, candidato, etc, si nos une; la visión de un México que crezca, mejore, se desarrolle y se transforme en un lugar seguro y floreciente para vivir.
Como decía Michael Blumenstein, “Hagamos algo bueno con lo que hay”. Es lo mejor que podemos hacer una vez que la decisión ha sido tomada.
Del micro al macro y del macro al microcosmos
Una de las palabras preferidas de Michael era “consistencia”. Si la teoría no es consistente, tarde que temprano la vida te demostrará “el vacío”. Si la metodología no es consistente tarde o temprano encontrarás dónde no funciona. Si la forma no es consistente, tarde que temprano ésta no funcionará.
Y una de las características de la Teoría Blumenstein® es su consistencia. Es útil para un equipo de trabajo que quiere co-construir un modelo de liderazgo diferente, innovador, útil, diseñado por ellos y acorde a sus necesidades, como sirve para mejorar nuestra relación de pareja y encontrar un propósito de familia que construya un ambiente saludable de crecimiento para nuestros hijos, como es útil para que una organización descubra hacia dónde y cómo quiere avanzar, como para que una nación aprenda a co-construir el país que sí quiere.
¿La razón? Es muy sencillo, todo esto se construye a través de interacciones humanas y curiosamente esa, la de “construcción social”, es una de las “asignaturas” en las que cómo humanidad quedamos en deuda.
En la Teoría Blumenstein® hay formas de diálogo, de construcción de futuro, de homologación de propósito, de construcción a partir de la diferencia. La única condición: ¡¡Que quieras!!… ¿Quieres?
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