Por Katia Del Rivero

Hace unos días conversaba con un joven al que he aprendido a apreciar en el poco tiempo que tengo de conocerlo. En mi mirada, es súper eficiente, completamente orientado al trabajo y a “controlar” que todo salga bien, excelente, de hecho. Y en mi perspectiva tiene un gran corazón, aunque me parece que, a veces, no lo sabe.
En fin, platicábamos sobre una construcción que está haciendo un banco que rentó el primer piso del edificio que administra y me contaba de todos los sistemas de seguridad, de respaldo eléctrico, de comunicación y de blindaje que están haciendo para preparar la sucursal correspondiente. La frase que utilizó para cerrar su descripción fue: “No dejan nada fuera, ningún detalle. Tienen todo, absolutamente todo controlado”.
Y yo, en esta desfachatez mía respondí: “Y, aun así, no tienen ningún control”.
Me dio mucha ternura su reacción, una expresión como de preocupación y un poco de desamparo acompañada de: “Katia, cuando tú o alguien más dice eso, me duele el estómago. Cómo es esto de que yo hice todo lo que debía y podía hacer para asegurar un resultado, realicé una planeación excelente y no está en mis manos la certeza de que aquí sucederá. Realmente me reta, me invita a entrar en un estado de frustración”.
A este estado de frustración que este buen hombre describe, en la Teoría Blumenstein® solemos llamarlo “estado de desamparo”. Es esa sensación en la que me siento impotente ante lo que tengo al frente y puedo generar un sinfín de estados emocionales, desde el congelamiento, hasta la frustración, el miedo y la ira.
Lo que provoca el desamparo
¿Qué genera este estado? En mi perspectiva, la gran mentira que nos hemos contado como humanidad, para sobrevivir a un mundo incierto es: que podemos controlar al mundo y a las personas. Y cuando nos damos cuenta de que esto no es cierto, usualmente no estamos preparados para ello, no sabemos cómo generar alternativas y entonces entramos en desamparo.
Si tú “hablas con claridad”, lograrás que el otro haga lo que tú quieres. Si haces un “plan infalible”, estarás preparado. Si “haces lo correcto”, todo saldrá bien. Y de esta forma nos cuentan la gran mentira de la vida, “tú puedes hacer que las cosas sucedan”.
Si hablas con claridad, no lograrás que el otro haga lo que tú quieres. Sólo y quizá, incrementes tus probabilidades de que el otro te escuche y se sienta invitado a construir contigo y desde ese lugar elija hacer por sí mismo, lo que le parece que quieres que haga.
Si haces un plan “infalible”. ¡Oups! No hay plan infalible. Siempre habrá una posibilidad que no puedas controlar y que existe la probabilidad de que se presente. Cuando hablamos de “planes infalibles” en realidad hablamos de planes en los que, en el mejor de los casos, hemos considerado todas las posibles contingencias con mayor probabilidad de que se presenten y/o aquellas que pudieran generar un gran impacto, aunque su probabilidad sea mínima. Pero basta y sobra preguntarle a los que sobrevivieron al tsunami de Tailandia en el 2004, o a la gente que esta noche sobrevivió a la tromba en la Ciudad de México para confirmar que los “incontrolables” pasan.
Opciones ante el desamparo
Si “haces lo correcto”, ¿qué es correcto? ¿para quién? ¿para qué? ¿siempre es correcto? ¿cómo sabemos qué es correcto?, “todo saldrá bien”. ¿Qué es bien? ¿Acorde con quién? Vivimos en un mundo lleno de construcciones de realidad que damos por “reales, verdaderas, universales” y vendemos mentiras, o dicho de otra forma, nuestras construcciones de realidad como universales.
Nada más lejos de la verdad, al menos desde una mirada de sistema social. Si no has dejado de leer y has llegado hasta este momento, es que quizá a pesar de cuestionarte algunas “verdades” que has creído, a pesar de quizá sentir algo de miedo o desamparo, te gustaría saber que opciones hay:
● La primera es asentir a que vivimos en un mundo donde no controlamos nada, ni a la gente, ni a la naturaleza en la que vivimos.
● La segunda es preguntarnos, si esto es cierto, ¿qué opciones tengo?
Michael Blumenstein ofrecía una tercera alternativa: la suficiencia.
Viviendo la incertidumbre con suficiencia
¿Qué es la suficiencia? La certeza de que tengo todo lo necesario para afrontar la incertidumbre de la vida viviendo una buena vida.
Es decir, aprender a “navegar confiadamente en el mar de la incertidumbre” sabiendo que somos buenos marineros, que no podemos controlar el mar, pero que podemos reaccionar al mar y tenemos todo lo necesario para ello.
¿Cómo lo sabemos? ¿Cómo podemos afirmarlo con tanta certeza? Porque así lo has hecho hasta este instante de tu vida. ¿Qué nos lo dice? Qué estás vivo, respiras y hasta este momento has sobrevivido a todo aquello que la vida ha puesto frente a ti. Es decir, has sido suficiente para tu vida misma.
El mito que hemos construido es que podemos controlar la vida. Lo que la vida parece que nos recuerda es que el reto no es controlarla, es vivirla desde nuestra suficiencia.
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