Por Katia Ibáñez

Hace unos días mi bebé tuvo un mal día. Le habían puesto varias vacunas el día anterior, estaba inquieta, acalorada y no había hecho su siesta matutina. Salimos a comer a un restaurante y se quedó dormida sobre mi brazo que atrapado entre el cuerpo de mi bebé y el descansabrazos de la silla, rápidamente se empezó a entumecer. Decidí no moverme, que el brazo continuara dormido, incluso cuándo empezó a ser molesto. ¿Por qué crees que lo hice?

Todos tomamos todas nuestras decisiones en función de nosotros mismos, incluso cuando no nos damos cuenta, incluso aunque pensemos que lo hacemos por cualquier otra razón. Todo lo que hacemos lo hacemos en pro de nuestra supervivencia, ya sea social o biológica. Y a veces el proceso de decisión sucede tan rápido que ni siquiera nos damos cuenta de que estamos tomando una decisión, mucho menos de que la estamos tomando en pro de sobrevivir lo mejor que podamos.

En la medida en la que nos hacemos conscientes de este proceso, entonces nos hacemos responsables de las consecuencias y por lo tanto (o al menos es mi caso) se nos facilita lidiar con ellas. Cuando te sientes víctima del destino es muy probable que no encuentres cómo lidiar con lo que se te pone enfrente. Cuando asumes la responsabilidad de tus decisiones es mucho más probable que te sientas equipado para lidiar con sus consecuencias. Por cierto, “lidiar” no significa resolverlo solo, necesariamente. Una forma de lidiar con los eventos de la vida es en equipo o pidiendo ayuda. Y cuando entiendes que tus decisiones son tu forma de sobrevivir lo mejor que puedes entonces también se abre la posibilidad de ser compasivo contigo mismo.

Otro efecto secundario de adoptar esta perspectiva es que los demás se vuelven… ¿menos imponentes? ¿más amables? ¿igual de humanos que tú? Al igual que tú, el resto de la humanidad toma sus decisiones en función de aquello que consideran es mejor para su supervivencia. Muchas veces igual de rápido, automático e inconsciente que tú. No deciden en función de lastimarte o herirte. Tampoco deciden en función de alegrarte o hacerte feliz. Deciden por y para ellos mismos.

Ojo, que comprendas este proceso y te hagas responsable de tus decisiones para nada significa que estés en control del resultado o cualquier otra cosa. Decides qué acción tomar y no tienes control alguno sobre el impacto de tu decisión. Decides como contribuir y no tienes control alguno sobre la contribución que te será devuelta. Ni siquiera tienes garantía de que el otro te dará una respuesta. Decides qué y cómo lo dices y no tienes control de qué y cómo lo entiende el otro.

Decidí no mover mi brazo por muchísimas razones. Una, por que estaba hambrienta y no me sentía lista para lidiar con el posible llanto de mi bebé con el estómago vacío. Otra, por que había mucha gente en el restaurante y tenía miedo de ser juzgada y etiquetada como “esa mamá no sabe lo que esta haciendo” si mi bebé estallaba en llanto. Una más, por que me iba a sentir la peor madre del planeta si ponía mi incomodidad (temporal, pasajera y de baja intensidad) antes que el descanso de mi bebé. Otra, por que si la dejaba que continuara durmiendo, las probabilidades de que ambas tuviéramos una tarde mucho más relajada (ella por estar descansada y yo por no tener a un bebé cansado en casa) aumentaban drásticamente. Todas mis razones en su nivel más profundo tenían que ver directamente conmigo. ¿Era una garantía que se iba a despertar si movía mi brazo? No, para nada. Lo que sí era una garantía era que YO NO QUERÍA NI ME SENTÍA CAPAZ en ese momento de enfrentar los posibles escenarios que ella despertara a causa de que yo moviera mi brazo. Ha habido otros momentos en los que estoy más tranquila y relajada (o menos cansada, hambrienta, acalorada si lo prefieren desde esta perspectiva) en los que muevo mi brazo, por que me siento lista, preparada y suficiente para enfrentar que se despierte.

El ser consciente de este proceso me permitió atravesar de la mejor manera posible la incomodidad. Yo estaba decidiendo no cambiar la situación presente. ¿Quieres saber lo más chistoso? Afuera del restaurante pasó un camión que hizo un ruido espantoso y se despertó llorando (¿Ves a lo que me refiero con que no tenemos control alguno?), el impulso externo y fuera de mi control cambió el contexto y por lo tanto mi sentir ante la situación. Así que hice lo mejor que pude, lo único que podía hacer, tomar una nueva decisión y seguir adelante. ¿Y sabes qué? Sobreviví.

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