Por Katia Ibañez

English Version

Una vez tuve un amigo que decía esta frase. Completa va algo así como “El mundo no le pertenece a la gente tibia, le pertenece a los calientes que se arriesgan, que hacen las cosas.”

Yo la entiendo como que el mundo le pertenece a aquellos que toman decisiones en conciencia. Sin importar si tu decisión implica una acción — o es más bien pasiva — y supone esperar a que las circunstancias cambien, a que las opciones sean otras o simplemente a que te sientas más listo para tomarla, toma una decisión. ¡Tómala en conciencia de que la estas tomando!

Y tómala sin preocuparte por el resultado. Toma la decisión que en el momento presente creas que te acercará a eso que deseas, eso que esperas y eso que sueñas. Tómala, y sobre todo, hazla tuya. Si tomas una decisión porque esperas que con esa decisión tus padres estén orgullosos, aunque no sea exactamente lo que tú quieres, eres tú quién decide por ellos por encima de por ti mismo. Y no se vale enojarse con el de enfrente por una prioridad que tú mismo estableciste.

Y lo mismo aplica para tu novia/novio, tus amigos o tu jefe. Si tú decides poner a otros por encima de lo que tú verdaderamente quieres, no se vale echarles la culpa de los resultados.

Por todo eso es tan importante que sepas darte cuenta de lo que tú realmente quieres y tomar decisiones que vayan acorde con eso. Porque que eres tú y sólo tú quien lidiará con los resultados. Eres tú y sólo tú quién vivirá los efectos secundarios, cualesquiera que estos sean.

Entre más tuya (más cercana a lo que tú verdaderamente quieres) sea tu decisión, más sencillo será hacer tuyos también los resultados; aunque terminen siendo diferentes a lo que esperabas.

Decide sin garantías

Ninguna decisión viene con resultados garantizados. Todas las decisiones que tomamos son una esperanza lanzada a la incertidumbre del futuro. Lo que siempre (y me refiero a SIEMPRE) es nuestro, es cómo reaccionamos ante los resultados. Y si esos resultados, por más alejados que estén de lo que tu esperabas, son consecuencia de una decisión cien por cien tuya, existe una posibilidad muy real de que de todos modos estés en paz con ellos. Porque tendrás la tranquilidad de haber llegado a ese punto por ti mismo. Lo que a su vez significa que tú solito también puedes sacarte de ahí.

Las decisiones (y sus resultados) nunca son buenas ni malas. Tú haces que sean buenas o malas, dependiendo de lo que esperabas que sucediera y cómo reacciones a ello.

Además, las posibilidades son infinitas. Puede ser que el resultado sea opuesto a lo que esperabas y que resulte que “ese opuesto” de hecho te acomoda muy bien.

Tú decides si lo llamas “Wow, que cool que de todos modos encontré lo que necesitaba” o “¿Cómo pude haber sido tan estúpido en mi deseo inicial si no iba a servir de nada?

Puede ser que llegues a dónde querías y resulte que no era exactamente como tú esperabas. Tú decides si lo llamas “Sigamos buscando” o “Nunca voy a encontrar lo que quiero”.

Finalmente, tú tienes el poder de decidir tu reacción. Tú tienes la elección de cómo etiquetar los resultados de tus decisiones. Tú tienes la posibilidad de elegir siempre hacer algo bueno con tus decisiones y sus resultados.

Recommended Posts

No comment yet, add your voice below!


Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *