por Katia del Rivero

¿Qué significa la palabra “atorado”?
La palabra “atorar” encuentra su origen en el latín “obturare” y describe el proceso de “colocar un obstáculo que impide la circulación”.
En este sentido, cuando preguntamos “¿Estoy atorado con mi historia laboral?”, a lo que nos referimos es a explorar si hay algo que esté obstaculizando que la circulación profesional fluya.
Y la primera pregunta que queremos hacerte es: ¿Estás satisfecho con tu vida profesional? Y por favor, te invito a que sólo respondas con alguna de las siguientes tres opciones: si, no o no lo sé.
Si tú respuesta no es “sí” contundente, clara y seguramente, entonces existe una posibilidad de que haya (permíteme decirlo muy dulcemente) una parte de tu corazón que se quedó atorada en la historia y quizás no deje que el presente fluya y el futuro se construya con todo tu “tú” presente.
“El corazón se me quedó en “mi mejor” trabajo”
Este es un proceso que he visto muchas veces a lo largo de mi vida de acompañamiento. Las personas tuvieron un empleo que fue significativo para ellos, ya sea porque fue el primero y ahí aprendieron mucho, porque fue en el que “llegaron” al puesto que soñaban, porque fue la empresa que funcionaba como ellos pensaban que debía funcionar una empresa y luego se terminó (ya sea porque los despidieron o porque ellos eligieron irse) y su corazón se quedó ahí.
¿Cómo saber si es tu caso? Pregúntate, ¿extrañas un trabajo anterior? ¿Sientes nostalgia de algo que se terminó? ¿Hablas continuamente de cómo se hacían las cosas en la empresa “X”? ¿Extrañas las “formas” que tenía un trabajo anterior? ¿Cuándo inicias una conversación empiezas usualmente con “Es que en la empresa “X” nosotros hacíamos”…?
Si alguna o más de una de estas reflexiones te hace sentido, quizá, si quieres, necesites ir a buscar el pedacito de tu corazón, de tu pasión, de tu sentido de pertenencia que se quedó ahí.
Tomar lo que es tuyo, lo que te pertenece de esa experiencia suele ser muy útil. Darte cuenta de que tienes capacidades, recursos y oportunidades gracias a lo que aprendiste y desarrollaste significa que no perdiste nada, que lo único que hace falta es voltear al futuro y mirarlo con los ojos de quién es capaz de afrontarlo.
“No debí haber cometido ese error”
Otro de los muchos lugares en los que he visto que dejamos el corazón, es en el momento en que consideramos que “cometimos un error” que marcó el inicio de una mala etapa, un declive o simplemente un impacto tan significativo que, de no haber sucedido, “seguramente estaríamos en otro lugar”.
Particularmente creo que no fue la decisión lo que generó la secuencia de eventos no satisfactorios, sino la construcción de “error” que las personas construyen acerca de esa decisión. Y como consideran que “hicieron algo incorrecto” y eso “debe tener consecuencias” entonces van tomando aquello que consideran que “corresponde”. Es un proceso de co-construcción de futuro basado en una autoevaluación no satisfactoria.
Los “errores” son decisiones tomadas en su momento que hoy consideramos “malas decisiones”.
Michael Blumenstein decía que no hay “buenas o malas decisiones”, sólo “hay decisiones”. Y lo mejor que podemos hacer con ellas es “hacer algo bueno con la elección, incluso cambiarla”.
Mirar de nuevo con ojos de “amabilidad hacia nosotros mismos”, nos permitirá ver que cosas sí se gestaron y son de mucho valor gracias a esa decisión. Ser amables con nosotros mismos y darnos la oportunidad de volver a comenzar he visto que es muy útil también.
Al final, como Michael decía, “nunca es tarde para una nueva contribución”.
“Jamás quise esto”
De las más conmovedoras historias que me ha tocado acompañar fue la de un trabajador que durante veinticinco años trabajó para una empresa y a pesar de que la organización le ofrecía la jubilación porque no le veían satisfecho, él no la aceptaba y mantenía comportamientos de muy poca contribución a un buen resultado y a un buen ambiente laboral.
Después de una conversación para explorar que quería, se dio cuenta que había trabajado durante todo ese tiempo en algo que jamás quiso porque había realizado una promesa a su padre, quién soñaba que su hijo trabajara en esa organización.
Pocas cosas me han conmovido más en estos procesos de cierre que verlo diciéndole a su padre: “Ya cumplí, ya puedo irme y hacer lo que siempre he querido”.
Tiempo después supe que tomó su jubilación y se dedicó a lo que él soñaba hacer a los 21 años y que abandonó en aquel momento por cumplir el sueño de su padre.
En mi experiencia las personas que no se sienten satisfechas con sus trabajos porque están haciendo algo que no quieren, necesitan hacerse responsables de su decisión. Es importante que se den cuenta de que aunque no les guste lo que hacen o tengan una muy buena razón para quedarse, están decidiendo hacerlo.
Y que recuerden que siempre tendrán al menos tres opciones: Uno, amar lo que eligieron por la razón que sea que lo hayan elegido y disfrutarlo por su propio bienestar. Dos, cambiarlo y ajustarlo para que sea más satisfactorios -si esto fuera posible-. O tres, dejarlo e iniciar algo nuevo.
Michael decía que siempre existía la cuarta alternativa y es sufrirlo.
En cualquiera de las cuatro posibilidades: es una elección personal. ¿Qué necesitas para recuperar tu corazón y tu pasión? ¿Qué opción eliges?
Cerrar es traerte todo tú al presente
Cuando hablamos de cerrar ciclos, de liberar los obstáculos para que tu flujo profesional fluya, hablamos de que estés presente en el presente con todo tu corazón, mente, capacidad, experiencia, potencial… Con tu vida plena en el ahora y puesta en aquello que haces y/o quieres hacer.
¿Dónde está tu corazón? ¿Está completo hoy, aquí y ahora? ¿Con la mirada puesta en el futuro que quieres para ti? Si alguna respuesta es no, quizá necesites ir por el o los pedacitos que se quedaron en tu historia.
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