Por José Luis Vieyra

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Esta locución latina literalmente tiene la acepción de “en memoria de” y/o “en recuerdo de”, a la que quisiera adicionar el significado de “en memoria de mi alma”.

Por supuesto que esta contribución es en memoria de Michael Blumenstein, por las enseñanzas que me compartió en el espacio académico, y sobre todo por las que me mostró, cuando tuve oportunidad de convivir con él, en el cotidiano vivir, lo que me permite dar constancia de la consistencia en su manera de vivir la vida, totalmente alineada con su manera de pensarla, cuyo sustento reside en lo que hoy denominamos Teoría Blumenstein. Por ello, además de escribir en recuerdo de…, lo hago por la impronta que en mi alma ha dejado su legado.

El primer acercamiento profundo que tuve con la concepción de Sistemas Organizacionales fue en un entrenamiento con Katia del Rivero, quien me compartió y enseñó conceptos, metodología y herramientas, algunos que me hicieron sentido y de los que me llegué a apropiar y otros, que nunca entendí y que coloqué en el cajón de “temas mágicos”, que sólo estaban reservados para “Chamanes o gurús” en el que catalogué a la propia Katia.

Tiempo después, participé en un proceso de actualización del entrenamiento referido y, ahí fue donde tuve la oportunidad de conocer a Michael Blumenstein, quien compartía espacio de facilitación con Katia. Debo confesar que, en principio, no me resultaba atractivo el escucharle, además que pensaba que su compartir representaría un lugar de conceptos comunes y conocidos, pero resultó lo contrario; Michael no tocaba temas que había aprendido con Katia, lo peor es que desdecía otras de las nociones de las que me había apropiado con ella.

Reconozco que no supe cómo, sin embargo, hubo algo en él que provocó que transitara de una no atractiva escucha, hacia una que me resultaba interesante; algunas veces solo para acomodar lo que él decía con lo que “yo sabía” y otras, para generar un debate de ideas, en el que al final yo quedara conforme. En el fondo, como lo imaginará el lector, todo esto era provocado por las nociones y conceptos que yo tenía aprehendidos como aprendidos.

Vuelvo a estar en contacto con él, después de más de dos años, en un entrenamiento de Coaching Sistémico, cuya facilitación Michael sustentaba, estando Katia como co-facilitadora.

Mi primera lección: cocreando con Michael

Recibo una primera lección, cuando Katia apoya lo que Michael postulaba y de alguna manera, esas nociones ya no estaban en sintonía con las que de ella me había nutrido. Algo en mí (y en mis creencias) se rebelaba y cuestionaba y volvía a cuestionar para querer derribar el andamiaje de pensamiento que él compartía. Esta lección tuvo que ver con el desafío de vaciar mi tasa y dejar atrás lo conocido.

¿Qué había pasado con Katia? Si bien, no hablaba abiertamente de que ya no creía en lo que enseñaba previamente, había modificado su mirada y eso me dio impulso e inspiración para explorar y saber qué le había llevado a hacerlo.

Cuando me puse en ese nuevo lugar, algo pasó que mi escucha fue diferente. ¿Michael había cambiado su discurso? No, yo estaba en otro momento. Estando parado en un lugar diferente, escuché que lo que decía se parecía a lo que había oído tiempo atrás, sólo que lo significaba de forma diferente, se me revelaba como algo nuevo. Entonces volvió a emerger la indagación, solo que desde el lugar de la auténtica curiosidad, ahora cuestionaba, no para desmantelar su construcción, sino para cimentar mejor la mía, con respecto a esta nueva manera de mirar.

La lección primorosa que empecé a experimentar es que estaba cocreando con Michael. Partiendo de una de las nociones básicas de su teoría, acerca de los sistemas sociales (que somos cocreadores de nuestra realidad) empezaba a vivenciarla plenamente y eso fue lo que me atrajo como imán a continuar la aventura.

El hecho de pasar por el tamiz de la Teoría Blumenstein, conceptos que había incorporado en otras formaciones, me hicieron descubrir dimensiones que bajo los lentes de esta mirada, me parecían coherentes, potentes y profundos para poder ofertarlos en acompañamiento a otros en su proceso de aprendizaje individual y/o colectivo. Por ejemplo, el concepto de Suficiencia, costó trabajo integrarlo en mí, sólo que una vez logrado ha sido muy poderoso compartirlo, ya que lo creamos o no, lo sintamos o no, somos suficientes, el solo hecho de recordarlo, me ha dado la fuerza para construir una realidad distinta en cualesquier situación que esté viviendo.

Sin duda, el mayor legado que marcó mi alma fue lo que entendí que era el propósito que buscaba su mirada: “diseminar, difundir, sembrar, cultivar el camino para la paz”.

Me resultaba paradójico, refiriéndome a una declaración sencilla que despertó complejas resonancias en mi ser, o dicho de otra manera, una declaración compleja que le vi abordando de una manera muy sencilla y que fui testigo de cómo la cultivaba en los distintos sistemas sociales (académico, profesional, personal, familiar) con esa sonrisa y esa paz que me invitaba a estar con él.

Esa forma sencilla que él ofertaba, era hablar desde el corazón, de lo cual hoy doy testimonio que cuando he recurrido a hacerlo, tanto en el ámbito personal y profesional, he podido cocrear una realidad distinta que ha marcado un rumbo más amplio y productivo de posibilidades.

La mejor manera de honrar la memoria de mi maestro y amigo es compartiendo su legado en cuantos sistemas sociales esté presente, produciendo una buena vida para mí, para los seres que compartan esos mismos espacios y para el universo al que pertenecemos. Gracias…

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