“Lamento mi contribución. Intentaré hacerlo diferente. Y te invito a tomar una decisión número tres distinta…”

Decisión 1 y 2
En Visión Sistémica estamos convencidos que los humanos no estamos diseñados para comunicarnos. Al menos no como nos han enseñado hasta ahora. Nuestro cerebro, almacén de todas nuestras experiencias, sensaciones, sentimientos, ideas, recuerdos, aprendizajes, etc es cómo una bóveda de máxima seguridad a la que sólo cada uno de nosotros tenemos acceso. Es decir, sólo puedo acceder a mi mente y solo tú puedes acceder a la tuya. A esta bóveda dónde se almacena absolutamente todo, le llamamos Sistema de Construcción de Realidad.
Este Sistema no tiene contacto con el ambiente que nos rodea por sí mismo, utiliza nuestro cuerpo, voz, manos, expresiones para tratar de comunicarse con otros y con el entorno. Y el sistema que traduce la información de ese gran almacén y lo lleva al mundo, se llama Sistema del Comportamiento.
Los humanos sólo tenemos nuestra mente como almacén y sólo tenemos nuestro cuerpo (y todo lo que eso implica) como medio de expresión/relación con el ambiente y con los otros. Cuándo queremos decir o expresar algo, lo primero que tenemos que hacer es elegir qué cosa que “archivo” (por así decirlo) del almacén queremos compartir. Esta, es la decisión número uno.
Luego, elegimos una forma. Es decir, una estructura, una envoltura. El tono de voz, las palabras exactas, si incluimos groserías o no, si incluimos una broma o no, etc. De acuerdo a lo que creamos tiene mayor probabilidad de éxito para la persona y el contexto en el que estemos. Normalmente no le ofreces una cerveza a tu mejor amigo de la misma forma que se la ofreces a tu suegro. Esta, es la decisión número dos.
La gran incertidumbre de la decisión 3
Espero que hasta aquí todo sea claro. ¿Suena fácil no? Elegir qué decir y cómo decirlo. ¿Qué complicaciones puede haber en algo que parece tan sencillo? Lo que sucede es que la decisión 1 y 2 están en mis manos. Yo elijo que decir y cómo decirlo. Y hago mis elecciones pensando que van a ser exitosas, que me van a ayudar a lograr lo que quiero con el otro o del otro, obviamente. Si no lo pensara así, probablemente elegiría otra cosa.
El punto está en que la decisión 3 no está en mis manos ni depende de mí. La decisión 3, es del otro, del interlocutor, del receptor como nos enseñaron que se llama en la escuela.
Y ese otro puede tomar la suma de mis decisiones 1 y 2 con un 95% de precisión o con un 5%. Y ninguno de los dos resultados está en mis manos. Lo que el otro entienda tiene que ver con su propio Sistema de Construcción de la Realidad y su propio Sistema de Comportamiento. Entre más lo conozcas y más certeras (en términos de que lograste lo que esperabas) hayan sido tus contribuciones en el pasado, más probabilidades tienes de que sean exitosas en el futuro, y aún así, eso no garantiza nada. El saludo humorístico a tu colega de todos los días le va a sonar a mentada de madre el día que llega de malas. Que se te olvidé comentar el nuevo peinado de tu esposa tendrá consecuencias mucho más graves si ese día tiene gripa. Cómo el otro interpreta, significa o toma nuestra decisión 1 y 2, es responsabilidad cien por ciento del otro. Y sobre eso no tenemos absolutamente ningún tipo de control.
Entonces… ¿de quién es la culpa de que la comunicación no fluya? ¿Suya o mía?
La respuesta correcta es ninguno de los dos tiene la culpa. La maravilla de que todos y cada uno de nosotros tengamos que estar tomando constantemente las decisiones 1, 2 y 3 es casi siempre tenemos la oportunidad de tomarlas de formas distintas.
Lo chistoso de esto es que para que llegue mi turno de tomar la decisión 3, normalmente es por que yo ya ofrecí un combo de 1+2. Si el otro tomó una decisión 3 cercana a lo que yo esperaba, mi siguiente combo 1+2 va ser relativamente sencillo. ¿Pero qué hago si el otro tomó una decisión 3 por un camino completamente diferente a lo que yo hubiera esperado? Y aquí es dónde entra la frase con la que empezamos este artículo.
“Lamento mi contribución. Intentaré hacerlo diferente. Y te invito a tomar una decisión número tres distinta…”
Las relaciones, los ciclos de decisiones 1, 2 y 3, son un constante experimento que funciona a ensayo y error. Y quizá lo mejor que puedes hacer es decir “Caramba, no era eso lo que quería lograr. Ahora con tu reacción me doy cuenta de que si cambio algo en 1+2, quizá eso te ayude a cambiar tu 3. Dame otra oportunidad de intentarlo de nuevo y veamos juntos que sucede”. Toda la vida nos han dicho que cuando hablamos, el otro nos entiende. Y toda nuestra vida adulta nos han llenado de tips y consejos para tener una “comunicación asertiva” por que seguimos aferrados a que el otro entienda lo que yo quiero que entienda. Este modelo es quizá mucho más retador e incluso desconcertante, (¿Cómo que no me doy a entender?) sin embargo, con un poquito de apertura y práctica, creemos que puedes avanzar de forma más eficiente en tus intentos de comunicación con este modelo.
La única condición indispensable para que esto funcione, es que AMBAS partes tengan el interés genuino y sincero para experimentar, ensayar y equivocarse juntos hasta que encuentren el formato específico de 1, 2, 3 que los acerca a construir eso que desean.
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