Versión en inglés

Esta semana tuve una conversación sobre un proceso que facilitó Jan Jacob Stam y me hizo recordar una de nuestras últimas discusiones.

Estábamos en su salón de Groningen en un programa de actualización. Él estaba muy emocionado en aquel tiempo con la idea de las constelaciones reconstructivas de Carola Castillo. Esta propuesta de que en realidad lo que nos sucede no sólo tiene que ver con nuestra historia de familia, sino con “nuestras vidas pasadas”, lo que sea que eso signifique.

Así que ofreció un ejercicio donde trabajaríamos en pareja con roles de cliente y facilitador. El facilitador tendría que “abrirse y mirar al otro y colocar detrás de él, a la distancia y en el lugar (izquierda, derecha, centro, lejos cerca, etc.) en que considerara que estaba el elemento faltante”.

Yo ya estaba cuestionando muchísimo su propuesta. No sólo la de él, en general la propuesta de la constelación espiritual y basada en la fenomenología.

Estas ideas de que somos capaces de observar “lo que es” me ponía chinita la piel. No sabía aún qué sucedía exactamente en aquel momento, y me parecía que algo no embonaba.

Pues bien, cuando trabajé con mi compañera me sentía absolutamente insegura de qué poner. ¿Qué le hacía falta? ¿Para qué?, me preguntaba. ¿Cómo asumir qué le falta algo? ¿Cómo asumir que esto está en la historia? Eran las preguntas que me hacía en cuanto a la propuesta.

Y aún más profundas: ¿Cómo es que tan solo de verla yo tengo que saberlo? ¿Qué significa esto que llaman “abrirse al campo? ¿Cuál es el lugar del facilitador en una constelación?

Jan Jacob venía muy impactado también, en aquel momento, con la idea de Sophie Hellinger respecto a su clarividencia y su capacidad de mirar.

Al final elegí no hacer el ejercicio de la forma como lo indicó. Hablé con mi compañera acerca de mis dudas y cuestionamientos y le dije, lo más que puedo ofrecerte es explorar contigo y/o que busques una compañera diferente.

Ella accedió a trabajar, así que “probé” con ella. Colocaba un elemento y preguntaba ¿hombre?, ¿mujer?, ¿derecha?, ¿izquierda?, ¿más cerca?, ¿más lejos?, ¿algún cambio?, ¿más fuerza, menos fuerza?

Recuerdo cuando Jan Jacob se acercó con esta expresión que puede poner en su rostro cuando algo realmente le molesta y me dijo: “no lo estás haciendo bien, no es así… eres tú quien debe mirar e incorporar lo que falta”.

Recuerdo que le respondí: “I don’t know how and I don’t know if I want to learn that way”. (Yo no sé cómo hacerlo y no sé si quiero aprender ese camino).

You need to connect with her system” (Tú tienes que conectar con su sistema), él insistió. Y es de las veces en que pude sentir con profunda claridad que el traspasaba “mi campo de tomates” como diría Michael Blumenstein.

Hoy podría decir con absoluta claridad interna, que no, que ese no es el camino que yo quiero aprender y mucho menos enseñar.

Me parece que los seres humanos tenemos bastante con nuestras propias construcciones de realidad y el reto que nos representa incluir la diferencia. Me parece que ya tenemos suficiente con mirar nuestra propia historia, como para andar incorporando lo faltante en la historia de los demás.

Creo que es una invitación riesgosa que puede derivar en lo que he visto mucho en el marco de constelaciones “una explicación de por qué te pasa lo que te pasa, cómo es que te pasa (no has tomado a tu papá, a tu mamá o al vecino) y bajo la premisa de que yo puedo saberlo y verlo mejor que tú”.

Entre más miro a la gente en “su suficiencia” como decía Michael, más me doy cuenta que no tengo nada que completar en nadie. Cada ser humano es completamente hábil, autónomo y capaz de vivir su propia vida, incluso si se estrella en un auto, escala una montaña o elige quedarse en el sofá de su casa a leer libros y escuchar música.

Queremos cambiar al mundo incluso cuando el mundo no parece que quiera cambiar. Queremos “completar” al otro incluso cuando el otro no ha pedido ser completado. Queremos que el otro sea feliz incluso si el otro no quiere serlo.

Y sucede que, ante este enfoque, cuando el otro no hace lo que yo quiero o pienso que debe hacer, entonces no quiere mirar, se resiste a tomar, es él o ella quien requiere cambiar, no yo.

En mi mirada, en la mirada de Michael, en la Teoría Blumenstein y en Visión Sistémica creemos en algo diferente. Creemos en la diferencia como forma de vida. Creemos en el derecho que tiene el otro de construir su propia realidad y encontrar sus propias respuestas desde su autonomía y suficiencia. Creemos en la posibilidad de construir con el otro en la vida real. Creemos en la idea de ofrecer solamente una forma que le posibilite al otro encontrar sus propias respuestas y su propio camino… quizá es que nos parece que él es el único que puede transitar por su propia vida, al igual que nosotros en la nuestra.

Y que la posibilidad que emerge ante ello es aprender a construir juntos a partir de estas diferencias.

Recommended Posts

No comment yet, add your voice below!


Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *