Por Josefina Palacios

Cuando por primera vez escuché hablar de Michael Blumenstein, un coach de origen alemán que impartía sesiones en inglés, pensé: ¡no voy a entender nada!
En ese momento, el coaching era para mí, tierra que sentía ajena a pesar de haber tomado una Certificación Internacional y dos cursos con una importante formadora en coaching. Puedo decir, que sentía que el coaching no formaba parte de mi identidad profesional; aunque algo me empujaba a seguir conociéndolo.
Oír a Michael por vez primera, me hizo olvidar rápidamente, que él “era alemán” y también olvidé que estaba hablando en inglés y debía oír al traductor. Él era un gran comunicador y en muchos momentos –lo aseguro-, entendía sin necesidad del traductor.
Sus explicaciones sobre sistemas sociales me remitían a mis clases de Sociología o incluso, de Teorías del Aprendizaje y aunque me parecían claras e interesantes, pensaba: “¿Qué hay de nuevo en todo esto?, ¿cómo lo vincula con el ejercicio del coaching?, ¿a qué hora comienza a mostrarnos la técnica?”
En algún momento, luego de facilitar un proceso -en el que él me respaldó todo el tiempo sin hacerme sentir ineficiente-, me topé con él y con Katia del Rivero en las escaleras y ante una pregunta que realicé insegura de que me comprendiera, me miró con esos ojos tan serenos que él tenía y me dijo: “Jose, tú eres totalmente suficiente para resolverlo” fue la primera vez que escuché ese concepto y caló en lo profundo de mi ser.
Tiempo después, fuimos a un proceso en un bosque cerca de los volcanes, el tema de la suficiencia surgió de nuevo, ahora explicado por Michael con más argumentos. Algunos asistentes mostraban escepticismo. Recuerdo un comentario en el que alguien mencionó que era como decir a las personas “¡Vamos, tú puedes!” Pero ¿cómo o desde dónde se podía decir a la gente algo así?
La noche previa me había dormido pensando en la manera en la que Michael había armado un modelo explicativo en torno a los sistemas sociales, la comunicación y nuestros aportes, las construcciones de realidad, nuestros drivers y el concepto de la suficiencia del ser –entre otras cosas-. Una idea me quedó clara: ahí se había gestado una forma diferente de mirar las cosas y a mí me hacía total sentido.
Michael ya no está físicamente, pero cuando ahora uso la forma, el modelo que aprendí con él y siento la suficiencia de alguien surgir y tomar cuerpo, no puedo menos que agradecer a la vida haber llegado a esa aula, ese día y escuchar a ese hombre hablar de lo que hoy se denomina la Teoría Blumenstein .
Sigo navegando en el mar de la incertidumbre en varios aspectos de mi práctica, sin embargo, me sé suficiente y me encamino a procurarme una buena vida personal y profesional.
Con agradecimiento a Michael Blumenstein cuyas ideas le han trascendido.
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