Por Katia Del Rivero

English Version

La semana pasada tuve la oportunidad de visitar la Ciudad de México por primera vez después del sismo.

Quedé poco más que impactada. La zona alrededor de la casa de mis papás parece zona de guerra. En la avenida principal, que facilita el acceso a la Colonia donde ellos viven, en un tramo de un kilómetro hay cuatro o cinco segmentos cerrados porque hay edificios que, si bien no se cayeron, están totalmente inhabitables y representan un riesgo de derrumbe.

A unas pocas cuadras está la zona donde se cayó la escuela Enrique Rébsamen y la calle está sin acceso de paso.

Fui hacia Coyoacán y áreas completas de División del Norte están bloqueadas por la misma causa.

Circulé por la Calzada de Tlalpan y desde Calzada del Hueso hasta la zona de Taxqueña hay una cantidad incontable de edificios en las mismas condiciones; adicionales a los que sí están considerados como caídos durante o poco después del sismo.

También vi personas durmiendo en campamentos instalados junto a estas propiedades. Los dueños de estos apartamentos prefieren vivir en las calles a buscar una alternativa nueva para mudarse.

Imagino lo difícil que es desprenderse de lo que es tuyo, de lo que te ha dado certeza, seguridad. Puede sentirse como dar un salto al vacío.

Nos aferramos a la historia porque ahí nos sentimos seguros, por algo muy simple “hemos sobrevivido” y el futuro resulta incierto.

¿Cómo saber si sobreviviremos?

Las cosas que hemos pasado son seguras porque las conocemos. El futuro es incierto porque no lo conocemos. Y aunque utilizaremos seguramente nuestros recursos de la historia para afrontarlo, no siempre funcionará, entonces tiene un factor de riesgo latente, a veces real; a veces infundado.

Y entonces pensamos que “todo tiempo pasado fue mejor”, porque lo conocemos, porque visto en retrospectiva nos parece cómodo, seguro y nos sentimos suficientes.

Es sólo que es un mito, una forma de quitarnos la oportunidad real de construir lo que queremos y de quedarnos en un lugar donde nos sentimos seguros y en “terreno conocido”.

Quiero ser muy clara, porque en mi mirada no es una zona de confort. De hecho, creo que esa zona no existe. Es una zona de seguridad. Los seres humanos tenemos como impulso primario a nuestras conductas cuidar de nuestra vida y en espacios dónde hemos sobrevivido; creemos que tenemos más probabilidades de sobrevivir que en nuevos espacios donde aún no hemos experimentado.

¿El reto? Dejar de mirar hacia atrás y voltear hacia lo incierto. Pasar el miedo de no saber qué sucederá. Darme el permiso de soñar con lo que quiero realmente, sin condicionarlo a mi experiencia previa de lo que he logrado y no he logrado.

Y aquí está el paso que puede vivirse de forma dolorosa, difícil, porque necesitamos soltar la idea (el mito) de que lo que hemos tenido fue mejor y darnos cuenta que sólo ha sido seguro.

Michael Blumenstein decía que la tristeza es el proceso mediante el cual nos despedimos de aquello que fue significativo para nosotros y nos abrimos a las nuevas posibilidades de futuro.

¿Sin espacio para la tristeza?

En este mundo que ha reforzado y “vendido” tanto la “felicidad” como forma de vida única, “el camino del siempre todo está bien”, el “pensamiento positivo”, me parece que a veces pensamos que no hay espacio para la tristeza y entonces, no nos damos el espacio para despedirnos y cerrar los ciclos.

Mientras sigamos en nuestra historia, no estaremos disponibles para el futuro. Y ningún tiempo pasado es mejor porque simple y llanamente no puede ser cambiado.

Es en el futuro, por incierto que parezca, el único espacio donde tenemos la posibilidad de construir, de arar la tierra para sembrar nuevas plantas, nuevos árboles, una nueva vida; especialmente si la anterior desapareció en segundos ante un terremoto, una pérdida, un derrumbe o todo junto.

¿Dónde y cómo encontrar la fuerza para voltear hacia el futuro?

En nuestra suficiencia. En nuestra certeza absoluta que mientras estemos vivos hemos sido y somos aptos para vivir en la vida. Y mientras tengamos vida podemos hacer de ella una buena vida.

¿En dónde está tu corazón? ¿Sigues en la historia? ¿Añoras lo que fue? o ¿En el proceso de despedida? ¿De cierre? ¿Comenzando a voltear hacia el futuro? o mirando hacia el único espacio de posibilidad… lo que está por venir, en donde todo tiempo futuro puede ser mejor si así lo decides vivir.

Recommended Posts

No comment yet, add your voice below!


Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *