¿Tú controlas tu vida o tu vida te controla a ti?

por Katia Ibañez

Una de mis películas animadas favoritas es Kung Fu Panda. Una de las mejores escenas es cuando Oogway, el más sabio de la película, le explica a su pupilo Shifu que el control no existe. Shifu argumentaba que claro que el control existe, que uno puede tomar una semilla de durazno, elegir dónde plantarla y si querías comerte los frutos o no. Oogway contesta que no puedes elegir si el durazno florecerá o no, ni cuando. ¿Quién crees tú que tiene razón?

En lo personal, esta idea de que uno puede controlarlo todo me parece abrumadora. Además creo que intentarlo es sumamente agotador y el camino perfecto a la frustración eterna. El otro extremo, el lado “new age” -como yo le digo- en el que el universo, Dios o las leyes invisibles de la Vida (así con mayúscula como si tuviera conciencia, personalidad o motivos) lo rigen todo y simplemente necesitas fluir, me parece oportunista y comodina. Si no controlas nada, entonces nada es tu responsabilidad y no puedes hacer nada para que las cosas sean diferentes.

Hubo un tiempo en mi vida que pensaba que esas eran las únicas dos opciones y ninguna me hacía sentir cómoda. Y de pronto, conocí a Michael y la Teoría Blumenstein y encontré que desde esta perspectiva hay un punto medio. Se llama, construcción de realidad y en términos simples significa que tú sí tienes el poder de controlar absolutamente todo lo que pasa, siempre y cuando pase dentro de tu cabeza. Lo que piensas, lo que sientes, lo que decides, lo que expresas, lo que mueves, esta total y completamente bajo tu control. Después existe otro espacio que se llama sistemas sociales en el que aunque no controlas lo que sucede, sí puedes influir en lo que ahí pasa. Es el espacio del que eres co-propietario. Los otros dueños son las otras personas con las que interactúas. Ellos tampoco tienen control de lo que sucede y también pueden influenciar los resultados. Por ejemplo, si tu ofreces un grito, el otro tiene el control de decidir cómo responder a ese grito. Si no te gusta la respuesta del otro, puedes cambiar tu grito por una frase calmada. Y viceversa. Lo que el otro te ofrezca puede invitarte a responder de X o Y forma. Finalmente existe algo más que se llama entorno. Ahí nadie tiene control de lo que pasa. Es dónde a veces llueve y a veces no. Dónde tiembla, los volcanes hacen erupción, los vientos soplan y la vida sigue su ciclo, unos llegan y otros se van.

Y esta forma de ver el mundo me acomoda muy bien. El mundo no depende (ni le importa) que decida o que piense y, al mismo tiempo MI mundo depende completamente de lo que yo decida o piense.

No controlo a los otros y los otros tampoco me controlan a mí. Nadie puede decidir por mí de la misma manera que no puedo decidir por nadie. Nadie me hace enojar y tampoco puedo hacer enojar a nadie. Yo soy total y absolutamente responsable de mí y solo de mí y de nadie más. Igual que los demás.

Las cosas no dependen de lealtades, destinos o lo que hizo mi familia siete generaciones atrás, sino pasan en parte gracias a mí, mis acciones y mis decisiones y a cómo decido reaccionar ante las decisiones de los otros y las cosas del entorno que no puedo controlar. La manzana se cae al piso por que existe la gravedad y eso no lo puedo cambiar ni controlar. Y yo decido si la tiro, la levanto, la lavo y me la como o no la lavo y de todos modos me la como.

Y he descubierto que esta forma de ver la vida despierta en mí dos cosas en particular. Uno, una sensación de potencial infinito. Sí puedo cambiar mi vida y hacerla a mi manera tanto como yo quiera. Dos, una sensación de paz y calma. El mundo no depende de mí, la vida de nadie más descansa sobre mis hombros y hay cosas que van a pasar sin razón ni explicación y no hay nada que pueda hacer para cambiarlo.

¿Es esta propuesta la verdad absoluta? Jamás me atrevería a decirlo, solo es la forma de pensar que mejor me ha acomodado hasta ahora. Teoría Blumenstein es sólo una propuesta, una explicación de cómo funciona el mundo. Un posible instructivo para la vida y cómo podemos usarlo para vivir buenas vidas. Si te acomoda como a mí, eres bienvenido. Si no te acomoda como a mí, también eres bienvenido. Y de esto hablaremos la siguiente semana.

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