Por Cecilia Hernández

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Para mi, pensar en Michael Blumenstein es recordar su voz diciendo: “tú eres suficiente y ten una buena vida” y esto es quizá lo que trato de tener presente todos los días.

Entonces me costaba trabajo entender el concepto de “suficiencia”. Me parecía un concepto que no lograba aprender y no lograba integrarlo, ya que se quedaba solamente en la conceptualización, en lo abstracto, y quizá en un ideal del que no tenía la más remota idea de cómo acceder. Sin embargo, había una luz de esperanza al mirar las intervenciones de Michael. y notar en su mirada y en su actuar, lo. que desde mi construcción de realidad. yo llamo: serenidad.

En uno de los entrenamientos que tomé con Michael Blumenstein y Katia Del Rivero, hicimos un ejercicio para encontrar nuestro lugar de suficiencia. Me coloqué en un lugar, luego en otro y así hasta que sentí algo diferente en mi cuerpo: la “magia” sucedió cuando desde mi suficiencia pude ver al otro en su suficiencia.

En esos días, recibí la llamada de un cliente para reunirnos ya que éste se retiraba y teníamos temas pendientes para finalizar la relación. Mi experiencia con este cliente, era el conflicto, y yo vivía la relación desde un lugar que, a mi parecer, no estaba balanceada.

Me sentía nerviosa por esa reunión, así que lo primero que hice fue repetir el ejercicio de la suficiencia que había aprendido. Llegué a mi cita, mi corporalidad era diferente, la respiración era profunda y mi mirada proyectaba serenidad. Ahí estaba yo, suficiente, saludando a mi cliente en su suficiencia.

Y lo que pensaba que sería una reunión de reclamos y probablemente, berrinches, fue un encuentro de dos adultos, agradeciendo y reconociendo las contribuciones de cada uno.

Así es como ahora, desde el legado de Michael y con un profundo agradecimiento, con mi mirada serena digo: ¡Soy suficiente!

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