Por Katia Ibáñez.

Suficiencia significa sentirse apto para manejar cualquier cosa que nos suceda en la vida. Y “apto para manejar” significa sobrevivirlo de la mejor manera que podamos. Si te costo una pierna y lo sobreviviste, fuiste apto. Si te costo una lágrima y sobreviviste, fuiste apto. Si te costo una pierna, dos manos y la mitad de tu cabello y lo sobreviviste, fuiste apto. Y si lo fuiste, lo sigues siendo. Quizá necesites hacer algunos ajustes, ejercitar algunas habilidades o desarrollar algunas desde cero y aún así, eres apto.

Me parece a mí que la habilidad estrella de la aptitud, de la suficiencia es la habilidad de pedir. Michael Blumenstein decía que no hay mayor ejemplo de suficiencia que pedir. Partía de la premisa de que somos seres bio-sociales, es decir, somos una manada muy compleja y no podemos ignorar la parte animal que reside en cada uno de nosotros. Y cómo bien sabemos todos, el lobo solitario muere en el invierno y la manada sobrevive. Lo mismo sucede entre humanos, nos necesitamos los unos a los otros para sobrevivir. No hay mejor ejemplo de ello que un bebé.

No sé si todos funcionan igual, sólo te puedo hablar de la mía. Cuándo mi bebé tiene hambre lo primero que suele hacer es moverse mucho, como si estuviera inquieta. Cierra sus puños y hace ruiditos que son como la antesala del llanto. Si por la razón que sea su petición no es atendida, sube el volumen y la intensidad. Los ruiditos se vuelven llanto y si después de eso aún no obtiene su leche, entonces hace una rabieta super intensa, llora, grita, abre la boca todo lo que puede y a veces hasta se priva un poco. Una vez que obtiene su alimento se tranquiliza. Y a las dos o tres horas que vuelve a sentir hambre, volvemos a empezar.

Lo que más me ha llamado la atención de todo esto es que ella no parece pensar menos de sí misma por que pide lo que necesita. No percibo que se sienta culpable, incapaz o incompetente. Si tuvo que llorar hace dos horas para pedir alimento, no tienen el más mínimo problema de llorar de nuevo dos horas después. No cambia su auto percepción de si misma. O al menos no parece. Ella no duda de que merece lo que necesita y hace todo lo que necesita para obtenerlo.

Lo que también ha sido interesante observar es que en la medida en la que estamos atentos a ella y el tiempo que pasa entre que pide alimento y lo obtiene se reduce, se ha incrementado su paciencia y su capacidad de espera, paradójicamente. Intenta tres o cuatro veces hacernos saber que tiene hambre antes de recurrir al llanto. Y cuando por la razón que sea, algo la hace sentir insegura, no le preocupa dar un paso atrás y regresar a lo ya conocido, o sea, llorar en el segundo o tercer intento.

Todo esto para llegar al punto central de este artículo. ¿Desde qué punto en nuestras vidas cambiamos el modus operandi? ¿Por qué ahora de adultos pedir resulta tan complicado para la mayoría de nosotros? Mi teoría es la siguiente. Los adultos de nuestra infancia no supieron distinguir entre la contribución y el propósito. Nos decían “No llores”, “No grites”, “No hagas berrinche” y pocas veces (o nunca) nos preguntaron que estábamos esperando como respuesta a nuestro llanto, grito o berrinche. Quizá si lo hubieran hecho se hubieran enterado que teníamos hambre, sueño o sed. Y nosotros de niños no entendimos que su protesta era contra la forma, no contra la petición en sí. Quizá si lo hubiéramos entendido habríamos buscado otras formas de pedir en lugar de aprender que pedir es malo o que simplemente no se debe hacer. ¿Te suena familiar?

Es por ello que si tú estás en contacto con un niño pequeño te invito a mirar más allá de la forma y el comportamiento. Te invito a tomarte unos segundos para respirar profundo y tomarte el tiempo de preguntarle qué quiere o necesita. Obviamente eso no implica que vas a poder o querer darle todo lo que pida, y quizá sirva como punto de partida para otro tipo de conversación.

Y para ti que eres un adulto que quizá, por la razón que sea, pedir te genera algún tipo de incomodidad, si te sirve de algo que te lo diga yo, TIENES EL DERECHO INNATO DE PEDIR LO QUE NECESITES. Ah, y por si no me crees, TIENES EL DERECHO INNATO DE PEDIR LO QUE NECESITES.

Quizá sea bueno poner en práctica todas las formas de pedir que se te ocurran, en todos los contextos que puedas con tantas personas se te antoje practicar para que vayas re-conectando con tu derecho a pedir y al mismo tiempo vayas averiguando qué cosas te funcionan y cuáles no, cuáles te hacen sentir cómodo y cuáles no. ¿Qué pasa si te dicen que no? Nada. También eso lo sobrevivirás. Deseo de todo corazón que después de leer esto te sientas un poquito mas animado a pedir.

Recommended Posts

No comment yet, add your voice below!


Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *