¿Cuándo me di cuenta?
La primera vez que fui plenamente consciente de esto fue en 2011, cuando Fer, mi hermano favorito (para los mal pensados, tengo tres hermanos favoritos y cada uno de ellos es único e insustituible), falleció en segundos de un paro cardiaco un 5 de diciembre.
Para el 24, todo el mundo celebraba el amor y el espíritu navideño; para el 31, el cierre de un ciclo y la apertura de otro. Y yo estaba lejos de sentirme así, estaba atorada totalmente, enojada con la vida y con todo lo que me rodeaba. Así que ese año no me acomodó en absoluto que el ciclo comenzara en esas fechas.
Recalentado vs. dieta
Muchos años me hice “harakiri” solita porque elegí, en lugar de comenzar el año siguiendo mis propósitos de hacer dieta y ejercicio, ir al recalentado de mi mamá y disfrutar el día en familia. Hoy, que ella no está, no me arrepiento en absoluto de ninguno de esos primeros de enero en que rompí mi propósito para estar con los míos.
Hoy no cambiaría por nada ese recalentado. Este año, que mi yerno hizo una carne dulce que mi mamá preparaba para Navidad y Año Nuevo, y le quedó prácticamente como a ella, no pude evitar que el agüita me llenara los ojos.
La hormona, el metabolismo, el ritmo “kurinkinkin”
En muchos otros años, no se había muerto nadie; ya no me preocupaba la dieta del primero de enero y, de cualquier forma, no me sentía lista para comenzar el año.
Podía ser la hormona, el metabolismo o el ritmo “kurinkinkin”, simplemente mi cuerpo, mi corazón, mi alma, mi espíritu no estaban listos para un nuevo ciclo, no importando que todo el mundo estuviera listo para gritar “¡Feliz Año!”.
Mi propio ritmo
Así que, con el tiempo y la edad –esa cambia un montón las perspectivas de la vida– elegí que iniciaría el año el día que “estuviera lista” para comenzar.
Esto me daba la posibilidad de que, si algo sucedía a final de año que me pusiera triste, estaba bien darme mi tiempo de duelo y transición, sin presionarme por una fecha específica.
También me daba la posibilidad de no sentir que me traicionaba a mí misma y disfrutar el recalentado del día primero. Así, si elegía ponerme un propósito, también elegía que ese propósito empezaría a partir del día en que iniciara el año.
Y, finalmente, como en este año especialmente, si mi cuerpo, energía y corazón estaban “lentos” para iniciar, me daba tiempo a que, a su ritmo y a su tiempo, estuvieran listos para un nuevo ciclo.
Hoy empieza mi año
Así que, en este 2025, año perfecto para la ingeniería y la matemática, yo empiezo este 2025 hoy, que en el calendario es 10 de enero, más allá de que para mi corazón sea el inicio de un ciclo.
Y cuando sea que hayas comenzado tu año, si ya lo empezaste, o cuando lo comiences si aún no estás listo para otro ciclo, deseo que este tiempo sea lindo para ti, que tu corazón esté conectado y en paz con la vida.
Y para cerrar, quiero compartirte un cuento que escribí con relación a este tema.
¡Muy pleno año nuevo!