Por Arlett Archundia
Desde la partida de Michael Blumenstein dejé de escribir. Al principio creí que era la hoja en blanco que los grandes escritores pasan y me dije: “si ellos pasan por eso, porqué yo no”.
Después, el día de hoy, al sacar a mis perros a pasear por la mañana, me di cuenta del aprendizaje que este buen hombre llamado Michael Blumenstein me había dejado en aquel presente, que ahora es un presente continuo de un mejor futuro. Esta mañana, el chico corría por la banqueta, su cara era de desesperación y portaba un traje arrugado. Se veía que venía del metro, con un portafolios de tela. Claramente miraba como corría hacia nosotros, mirando el reloj, como si el tiempo le fuera a alcanzar o como si no le fuera a alcanzar el tiempo. Es ahí donde vino el insight.
En algún momento de mi vida, creo haberme sentido como ese muchacho creyendo que se acababa el tiempo para llegar a algún lugar.
Me di cuenta, que ahora, mi mirada no estaba dirigida a sobrevivir en un mundo corporativo donde tenía que cuidar cada palabra para mantener mi status en mi supuesto lugar.
Ahora, estoy aquí. Tranquila paseando a mis perros, disfrutando la mañana, después de haber hecho ejercicio y de leer un rato. Respirando la vida, esta vida, ¡mi vida! Dejando de sobrevivir y hablándome sobre vivir, ¡qué gran diferencia!
Recuerdo una tarde, cuando comenté en clase que en algún momento de mi vida, traté de que todo fuera conocimiento para no sentir algunas situaciones que me pasaban y dolían. Michael sonrió, con esa mirada pícara e irónica y me dijo: “eso es imposible; no puedes no sentir” Y después de eso comprendí que en todo momento estaba sintiendo, me hice consciente, solo actué desde mi suficiencia, comprendiendo que había hecho lo que creí que era correcto en ese momento correcto. Y era correcto.
No hay culpa, no hay dolo. Solo hice lo que era correcto. ¿Para quién?, para mi. Y eso es identificar que soy suficiente.
Me di cuenta que no es necesario estar sobreviviendo. Porque no me atreví a pisar suelo firme, a sentir, a llorar, a mirar que las cosas estaban cambiando.
¡He disfrutado tanto desde ese día!
Hoy, me doy cuenta, que simplemente no era una hoja en blanco. Era el silencio, desde el que me estaba comunicando con mi maestro, para darme cuenta que mi discurso ahora es sobre un buen vivir.
No comment yet, add your voice below!